Hay veces en que abrimos nuestra ventana a un desconocido sin saber muy bien por qué. Quizás sentimos que ha sabido mover nuestro pomo o nuestra cerradura y nos ha sabido abrir. Otras veces necesitamos de su luz. Porque sentimos que somos en función de la luz que recibimos y que somos capaces de reflejar.
2 comentarios:
Hay quien entra en un susurro y sólo roza nuestras cortinas. Y otros que cambian la ventana por la puerta e incluso tienen su copia de la llave.
Saludos desde el desierto
Tienes razón. Incluso a veces ponen su propia cerradura y no te dejan abrir la ventana.
Encantado de recibir tu visita.
Un cariñoso saludo
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