sábado, 31 de diciembre de 2005

Feliz 2006




















Este año 2005 no ha sido bisiesto, pero ha venido con un segundo de más. Muchas veces creemos que las buenas intenciones son una tontería, que más valen hechos que palabras, pero si nos empeñamos con fe y decisión en un objetivo puede ser muy probable que lo consigamos. El comienzo de un nuevo año puede ser una buena excusa para empezar. Os deseo que esta excusa del 2006 sirva para lanzarnos a miles de buenos proyectos. Y que la suerte nos acompañe.

miércoles, 28 de diciembre de 2005

El salto de Léucade




















Dicen que saltaste al mar desde el promontorio de Léucade para curarte de tu pasión y borrar el recuerdo de tus penas. Te cegó una locura de amor que ya no era correspondida y decidiste lanzarte al vacío. De todas las que lo hicieron sólo se salvó Afrodita, que era una diosa.
Yo creo que el resto se convirtieron en sirenas.

Inocente




















Me llaman inocente por darte mi confianza y creer en tí, por pensar que las cosas pueden ser mejores, por soñar con un mundo más bello y más justo, por nadar contracorriente y encima ser feliz. Te reirás de mi breve ilusión y de mi alegría que celebra las trampas en las que tendré que caer. Seré ridiculizado o tomado por un iluso. Al final todo será una broma y como tal tendré que tomarlo. Para que todo vaya bien sólo hay que albergar una pizca de humor. Y dejar aflorar el escepticismo.

viernes, 23 de diciembre de 2005

Regalo
















La vida es un regalo. Cada minuto, cada segundo. A veces nos olvidamos de él y hay gente que prefiere no abrirlo. Muchos esperan a que alguien les explique cómo manejarlo y algunos prefieren que sean otros los que digan qué hacer con él. Cuando usas bien este regalo y te das cuenta de las posibilidades que tiene, entonces te sientes feliz por tenerlo. Gracias por darme el mío.

viernes, 16 de diciembre de 2005

Hubo un día
















¿Qué fue de aquellos tiempos, de aquellos lugares, de aquellas risas, de aquellas chanzas? La vida cambia el ánimo cuando puede la soledad. Vence el temor a no encontrar jamás a mi otro yo reflejado en tí, una mirada cómplice o un sueño compartido. Quizá tenga suerte de que mis montañas de melancolía no entierren mi capacidad de asombro por las cosas.

jueves, 15 de diciembre de 2005

Frío en la calle
















Hay días de frío en la calle y calor en el alma.

miércoles, 14 de diciembre de 2005

Huele a fiesta
















Vienen días luminosos con seres cercanos y ausencias dolidas.
Hay galaxias de encuentros en el universo con momentos radiantes, distantes, incómodos, apasionados, felices. Hay estrellas que se apagan entre miles de millones que brillan. Casi no sabemos el qué celebramos. Todo sea por estar juntos.

martes, 13 de diciembre de 2005

Érase un lugar de España llamado Belchite
















Dicen los de allí que Belchite es un monumento a la desidia. Es un lugar en el que hubo varias guerras, y en la última de ellas los defensores del bando victorioso resistieron los encarnizados embites de los vencidos. El general vencedor, entusiasta de los momentos heroicos, decidió que no se debía tocar ese pueblo destruido en parte, que sirviera para que generaciones posteriores recordaran los daños ocasionados por el bando perdedor. Los que tuvieran casa allí se marcharían a un pueblo nuevo que se construiría junto al antiguo.
El tiempo, la lluvia y la intemperie se encargarían de destruir lo que dejaron las bombas. Las vigas de madera, que sostenían techos y tejados, se fueron desplomando. La gente visitaba sus antiguas moradas, los niños jugaban por sus calles y algunos recordaban los momentos pasados por los lugares. No se permitió a nadie reparar su casa y todas fueron cayendo una por una. Casas, iglesias, plazas... Había que permitir que lo más querido fuera territorio del abandono y de la desidia.
Desde hace unos años hay gente que se junta entre las ruinas en diciembre para sembrar la semilla de la cultura, de la concordia, del interés por la creación del otro. Que no haya más desidia.

lunes, 5 de diciembre de 2005

Panaderia




















- Estará recien hecho, ¿no?
- Acaba de salir del horno hace un momento
- Gracias por el dulce y su sonrisa.
Son mis mejores momentos del día

jueves, 1 de diciembre de 2005

Lo que hay que ver...
















- No, no puede ser, pero ¿es él?
- ¡Sí, sí! ¡Míralo!
- ¡No me lo puedo creer!
- ¡Está con un caballete pintando!
- ¡Qué disparate!
- Y esta locura ¿cómo le ha venido?
- Dicen que fue a la ciudad a ver unas herramientas para el campo y le pilló un chaparrón. Se metió en un sitio con muchos cuadros colgados y se quedó como embrujao con ellos. No había visto nunca ningún cuadro de cerca y parece que le impactaron mucho las pinturas que vio. Dice que son las mismas cosas que él ve todos los días: montes pelaos, caminos, pueblos, gasolineras... Son cuadros de un tal Pepe Cerdá, que dicen que vivió en París mucho tiempo y ahora se ha retirado a un pueblo a pintar
- Chico, ¡qué cosas!
- ¡Míralo! ¡Hasta pone pose de pintor y todo! Ayer con la azada y hoy con el pincel
- ¡Lo que hay que ver!