Vuelves a mirar atrás y parece que ves el mejor trozo de tu vida. Sólo porque tu mente ha grabado a fuego esa intensa luz del sol de verano, esos baños de azul y risas que te acompañaban en tus momentos de gran familia. Largos paseos en bici por sedientos caminos de tierra que forjan un espíritu. Soledad, espliego y tomillo. Encuentros contigo mismo en los áridos montes que lanzan un sordo grito a la inmensidad. La vida corre y sigue su paso. Nosotros caminamos y nos paramos a menudo a pensar cómo sería nuestra existencia si fuéramos de otra manera.
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