martes, 14 de junio de 2005

Paseo por el Ebro



Esta tarde he dado un paseo por el Ebro, después de la tormenta, con las hojas oliendo a lluvia y los rayos de sol queriéndose abrir paso entre las nubes.
Llego al puente de Piedra y los árboles de la orilla me dan paso al Club Náutico, que muestra orgulloso las aguas transparentes de su piscina recuperada. A su lado yace el esqueleto de lo que fue lugar de entrenamiento de prestigiosos remeros. Es el ayer y el hoy, un cuadro con dos edades que se miran con envidia y orgullo.
Un rayo de sol me ciega repentinamente y bajo instintivamente la vista al río. Contemplo un espectáculo anti Expo 2008 que clama por una limpieza profunda: un contenedor metálico emerge de un río con poco caudal, a su lado un par de vallas metálicas y más allá una bicicleta semihundida. En los carrizales se acaba de meter un pájaro que tan apenas se divisa desde arriba. Sólo se ve moverse su pico amarillento que busca comida entre los juncos. También hay vida en este río.
Llego al puente de Santiago y sigo mi trayecto junto al Ebro por Zaragoza. Nada más echar la vista abajo aparece un extintor de incendios rojísimo flotando como si fuera una boya, antiincendios, por supuesto. A pocos metros se adivina un desagüe de las alcantarillas del barrio de San Pablo. Hay una colonia de barbos enormes que zascandilea por la desembocadura, se sumergen y ascienden mostrando el lomo. Andando cien metros más empieza un parquecillo con un talud de césped muy bonito que va a parar al río. Junto a él hay frondosos árboles que nos hacen soñar con una Zaragoza fresca, verde y bonita. Así lo deben pensar los dos magrebíes que charlan complacidos en un banco disfrutando de la vista. Me acerco al río y veo a una madre pato con sus dos polluelos dándose un chapuzón. La escena me llega a enternecer, pero de repente me sobresalta un reactor en forma de cormorán que pasa en vuelo rasante por el río.
La tarde va cayendo y las nubes ponen sombras entre los árboles. Nuestro río Ebro recoge a sus criaturas a la espera de un nuevo día. El mío lo tengo ya muy cerca.
Este ganso se aburría en un parque de Londres. ¡Vente para Zaragoza!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estaba aquí antes de que llegásemos y seguirá cuando nos hayamos ido. Es lo que tiene los ríos. Siempre en el mismo lugar y siempre otros.

Es terrible lo que ocurre con nuestro río. Ya no puede estar peor...

P.D. ¿Qué ha pasado que has escrito tanto? :o)

Anónimo dijo...

pues qué va a pasar Athe, que llevaba ya muchos días sin contar nada, y lo ha cogido con ganas.

Gracias por tu vuelta Javier.