martes, 28 de noviembre de 2006

Compañía
























Se montó en el autobús quizá sin pagar. No atinaba muy bien con los movimientos pero pudo sentarse en un sitio que dejaban justo en ese momento. Pensábamos que iba solo, pero de repente apareció su amiga asomando la cabeza por el escote del tres cuartos. Salió un momento toda ella y nos quedamos atónitos al ver una rata blanca que su amigo metía torpemente de nuevo bajo el abrigo. La señora de enfrente suyo dio un respingo, se levantó temerosa y salió corriendo para la puerta de salida. Nuestro amigo estuvo dormitando una parada más y al bajar del autobús se quedó apoyado con una mano en un árbol. No sé si su acompañante quiso salir a dar una vuelta.

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