
Dicen que son casualidades, pero la vida esta llena de ellas y muchas acaban condicionando nuestra existencia. Hoy salía de tomar algo con unos compañeros que cantamos juntos y, volviendo para casa, prolongo mi charla en la calle con uno de ellos. Después de reirnos con sus andanzas por los carnavales de Bielsa y los efectos tardíos del alcohol del día anterior me empieza a preguntar por mi futuro. Le comento que ahora mismo está condicionado por decisiones ajenas que van a marcar mi vida a corto plazo. "¿Azul o amarillo?", me pregunta de repente. Sin saber para qué, digo amarillo y me regala una cinta de la medida de la Virgen del Pilar bendecida del mismo color. "Ya sabes que tiene que ser regalada para que haga efecto. No vale comprársela uno" Me chocó en él una salida de este tipo, pero se lo agradecí. Nunca me habían regalado ninguna ni tampoco la echaba de menos, quizás porque no creo mucho en estas cosas, pero el que aparezca justo en el momento en el que te encuentras angustiado por las circunstancias, reconforta un poco. Ahora hay que tener confianza en que las decisiones sean para tener un futuro mejor.