Ni en la más ardua de las decencias podría imaginar un corazón tan remiso a la queja, tan esquivo al consuelo y tan indiferente al sentimiento. Se podría decir que es caliza o mármol, una máquina que bombea impulsos y que solo mira por cumplir su tarea. Tal vez tema fallar cuando el destino le prueba. Ni en sueños podría querer tanto.
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