Vivir la calle

Le gusta vivir en la calle, creo yo. Pienso que disfruta estando en el meollo, con gente alrededor esperando entrar en el locutorio, el autobús, el colegio o la tienda. Cuando hace frío se arropa con su manta y la extiende por la acera. Entonces parece que todos estemos visitando al enfermo.

Lagos de Penelope Cruz

Nunca pensé que esta vista podría ser de Zaragoza capital. Yo creía que mi ciudad era un desierto donde el Ebro sólo estaba de paso para ir a otros lugares donde aprovechar su agua. En pocos años las cosas han cambiado. Un día nos dicen que vamos a tener lagos, playas, balnearios, ríos con rápidos y todo se transforma. Se acerca Penélope Cruz a Zaragoza y corta un gélido día la cinta que inaugura los lagos que llevan su nombre. Los lagos de Pé, les dice la gente. Un bonito lugar con unos montes al fondo y la ermita de Santa Bárbara coronando el techo. Hace más de medio siglo tenía una romería y las mujeres de la zona pedían protección a la santa cuando se oían los truenos de las tormentas. Entonces la María de Santa Fe apagaba todas luces de su casa y se quedaba con una vela rezando a Santa Bárbara para que no cayera un rayo que tirara la torre de la iglesia. Ahora todo es distinto. La gente aquí ya no tiene el victimismo derrotista de antes y piensa que los sueños se pueden alcanzar. Los grandes proyectos van avanzando y nosotros nos sentimos capaces de llevarlos adelante. La gente se siente a gusto viviendo en Zaragoza y ya no piensa que solo se puede triunfar fuera. Los tiempos han cambiado.

Atreverse

No nos atrevemos. Somos juiciosos y cautos. Podemos pasarnos toda la vida viviendo con cautela. Se podría leer en nuestro epitafio: "Fue cauto" La gente diría "¡Qué cauto que fue!", "fue un prodigio de cautela"... Podríamos habernos pasado varias vidas sin que nos pasara nada malo. Ni nada bueno.

Expectación

La gente tiene ganas de Expo

Pasear por el río

Los zaragozanos descubren nuevos lugares en su ciudad para pasear junto al Ebro muy cerca del agua, como en aquellos cuadros antiguos en los que se organizaban meriendas en las orillas. En los tiempos de escasez de la postguerra se paseaba por el Ebro desde la trasera del Pilar para matar el tiempo, un divertimento barato que no llegaba a convencer al que lo practicaba. Después apareció el Parque Macanaz, un lugar que nunca terminó de agradar a los habitantes de la ciudad. Tampoco convenció el larguísimo paseo de Echegaray desde el puente de Santiago hasta el de la Almozara. Por fin ha llegado el parque de Ranillas, que está siendo un lugar donde la gente se siente a gusto y pasea con agrado junto al Ebro. Por lo menos te da el sol y no te cubre la sombra de los edificios de al lado, como en la otra orilla.

A veces veo cuadros

Caminando ves paisajes, y a veces cuadros.

Hogueras

Necesitamos quemar, dejar atrás lo inútil, lo que quizás algún día no llegaremos a usar jamás, todo lo que no se revisó y ya no sirve para nada, aquello que tenemos duplicado, triplicado y cuadruplicado, lo que no nos gusta y nos da pereza tirar, lo que nos ata al pasado y nos impide avanzar, los recuerdos tristes y las cargas pesadas que todavía nos ponemos. Todo al fuego.